La Patria Tarefera

La Patria Tarefera

2018-06-03 Desactivado Por ElNidoDelCuco

Suele plantearse que los tareferos, junto a los productores yerbateros son los invisibilizados del sistema. Sin embargo, éste no es el problema central. Las precarias  condiciones de vida y trabajo no se deben a que su situación no sea reconocida sino a su pertenencia a la sobrepoblación relativa, en la que aumentar la tasa de explotación es una de las condiciones para que subsistan 17.128 productores yerbateros, es decir, patrones.

Por Ariel Stieven

 

Un análisis del censo de tareferos y las políticas estatales

Uno de los problemas que encontramos es la falta de precisión respecto a la cantidad de tareferos que se desempeñan en la región yerbatera: el 90% de la producción nacional de yerba mate se concentra en Misiones mientras el restante 10% se realiza en Corrientes. Esta ausencia es significativa porque estamos hablando de una actividad cuya cosecha no se ha mecanizado y demanda una importante masa de fuerza de trabajo. Se calcula que para cosechar 700 millones de kilos al año, volumen cercano a la cosecha de 2017, se necesitarían entre 15.000 y 20.000 tareferos. En la década pasada se ha intentado avanzar en un registro más preciso. En el marco de la  disputa interpatronal agraria de 2008, el gobierno misionero alineado en ese momento con el gobierno nacional, sancionó la ley provincial 4.450 que creó el Registro Único de Tareferos de la provincia de Misiones. El objetivo del mismo era contar con un conocimiento base que permitiera “elaborar, desarrollar y destinar programas sociales para mejorar las condiciones de vida de los cosecheros de la yerba mate y sus familias”. Durante los años siguientes, contando con financiamiento provincial, el área Estadísticas de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Misiones inició el Relevamiento Provincial de Tareferos. En 18 localidades se censaron 5.925 tareferos, que junto a sus núcleos familiares totalizaron 17.000 personas. La primera muestra del relevamiento realizada en el municipio de Jardín América  encuestó a 1.131 tareferos. En base a ella se presentaron los primeros datos en 2010. Recientemente se ha publicado un análisis  sobre la totalidad de los datos recabados, aunque siguen siendo parciales.

Comencemos con las condiciones de vida. El 37% declaró ser propietario de su vivienda y del terreno donde vive. Un 39% sólo de la vivienda. El 23% restante se reparte entre ocupantes de inquilinatos, viviendas prestadas o cedidas. El 88% vive en casas y un 10% en casillas. De los 801 hogares censados, el 84% lo constituyen viviendas precarias, construidas con materiales de baja calidad y ubicadas en tierras fiscales o de terceros. Más del 55% no son propietarios del terreno en que viven. El 52% de las familias viven en condiciones de hacinamiento. Sólo un 39% cuenta con agua corriente de red pública con conexión domiciliaria, el 15% la consigue también de red pública aunque sin conexión domiciliaria y el 46% de otras fuentes que no son garantes de potabilidad como ser pozos, ríos, arroyos, etc. El 82% posee letrina, el 18% baños y el 3% ninguna de las anteriores. A nivel provincial, sólo la mitad posee conexión a red pública de agua potable. El resto no lo hace y obtiene agua de pozos (24%) ríos (5%), red pública sin conexión (18%) y otras (3%). El 86% accede a una conexión de energía eléctrica mientras el 14% no. La población tarefera de misiones tiene bajos niveles de escolarización. El 88% declara saber leer y escribir, pero solo el 24% terminó la primaria y un porcentaje de apenas el 1,5% logró terminar sus estudios secundarios.

A nivel provincial el 37% fue empleado por un contratista, un 32% por una cooperativa o empresa y el 29% restante directamente por el productor. El 97% cobró en efectivo, mientras que el resto alternó mercaderías y vales. El 91% afirmó trabajar cinco días a la semana, mientras el 9% restante trabaja semana completa. La mayoría, el 85% tiene trabajo durante seis meses o menos, es decir, hasta que se termina la zafra. El restante 15% trabaja siete o más meses, empleándose en la zafriña de verano y tareas de mantenimiento de yerbatales. La zafriña consiste en sacar los brotes nuevos para elaborar una yerba de calidad inferior a la elaborada durante la zafra. El grado de informalidad es muy alto, el 67% no está registrado en el RENATRE. El 81% no pertenece a ninguna organización de trabajadores sea sindical, cooperativa o asociación. La jornada promedio es de nueve horas por día cosechando un promedio de 500 kilos de hoja verde. Este monto se alcanza con el trabajo de todo el grupo familiar incluyendo parejas e hijos. La cantidad cosechada  depende de una serie de factores que escapan a la voluntad de los tareferos y sus familias, como ser el estado del yerbatal y las condiciones climáticas. La mano de obra tarefera es mayoritariamente masculina y joven, más de la mitad tiene entre 18 y 39 años. Los adolescentes de entre 11 y 17 años constituyen el 10% de la fuerza de trabajo. El promedio de edad inicial en la tarefa es de 13 años. Es común que las mujeres tareferas no reciban el pago por su trabajo, sino que sea cobrado por el varón lo cual tiende a no contabilizar en el registro la cantidad de mujeres que se emplean en la actividad.

Debido a las duras condiciones de trabajo, durante años los tareferos desarrollan padecimientos de cintura, columna, huesos, rodillas, hernias. Estos problemas se deben no sólo al desarrollo de la tarea en sí misma, sino también al acampe en los yerbales a la intemperie, expuestos a inclemencias climáticas y al ataque de animales. Pareciera raro, el 27% manifestó tener problemas de salud derivados de su trabajo. Este porcentaje  es similar al de trabajadores que accede a cobertura de salud por obra social, el 24%. La razón de que el 73% restante no declare tener problemas de salud, radica en que la mayoría está imposibilitado para acceder al sistema de salud. El 55% alguna vez tuvo asistencia médica. Para el periodo interzafra el 36% reconoció no haber trabajado la semana anterior. Del restante 64% más de la mitad trabajó en changas, es decir que tras terminar la zafra, la mayoría de los tareferos censados se encuentra desocupado o sin empleo fijo. Frente a esta situación ¿Qué hace el Estado?

ADMINISTRANDO MISERIAS

El Censo también constató que el 88% no percibe Plan Social alguno mientras que sólo el 7% cobra el subsidio interzafra. Respecto al programa de Seguridad alimentaria, implementado por Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, sólo lo percibe el 29%. El 91% de los trabajadores no registrados tampoco percibe ningún plan social. Estos relevamientos corresponden al periodo 2010-2015. El gobierno nacional le ofreció poco y nada a una masa de población que se encuentra en las más precarias condiciones. Años  más tarde, con el macrismo, la situación no sólo no se revierte, sino que empeora. Para empezar, debido al alto grado de informalidad, sólo 7.000 tareferos se encuentran en condiciones de cobrar el subsidio interzafra que hoy es de miserables $2.500. De éstos tareferos solo 3.000 accedieron al subsidio. Es decir, de casi 20.000, solo el 15% accede al interzafra. Además, este año, luego de que tareferos acamparan frente a la Casa Rosada, el gobierno se comprometió a entregar un bono especial por “emergencia productiva” de $2.000. Se entregarían ambos subsidios totalizando $4.500. Pero luego, el gobierno argumentó que no eran complementarios, fragmentando así a los tareferos, puesto que unos cobraron el interzafra y otros el subsidio de emergencia.

En Mayo de 2015 entró en vigencia el convenio de corresponsabilidad gremial en Misiones con el objetivo de formalizar el registro de los tareferos para que accedan a cobertura de salud, asignaciones, familiares, aportes previsionales, ART, seguro de desempleo y sepelio. Sus términos fueron acordados por UATRE, Secretaría de Seguridad Social de la Nación, distintas asociaciones de productores primarios y secaderos de yerba, los Ministerios de Trabajo y del Agro y la Producción de misiones y el INYM. Rige para los obreros rurales en relación de dependencia con prestadores de servicio de cosecha y flete, secaderos y productores agrarios que no estén registrados en el RENAF. El CCG fue presentado como un avance para toda la familia yerbatera puesto que a la vez que incorporaría a la formalidad a 10.000 trabajadores tareferos y secaderos representaría una tranquilidad para el sector productivo puesto que el productor abona una tasa o tarifa sustitutiva. Se destaca que ésta es producto de una relación entre la  cantidad de mano de obra empleada y su remuneración, con el volumen de producción esperada. Parece muy alentador, pero este Convenio reemplaza el pago mensual de aportes y contribuciones patronales por el pago diferido que significa la “Tarifa Sustitutiva”. Una especie de blanqueo a destajo atado a la productividad.

LOS INVISIBLES

Como vimos, los trabajos examinados dan cuenta de cierto esfuerzo en precisar las condiciones reales de existencia de esta población, una tarea necesaria. Suele plantearse que los tareferos, junto a los productores yerbateros son los invisibilizados del sistema. Sin embargo, éste no es el problema central. Las precarias  condiciones de vida y trabajo no se deben a que su situación no sea reconocida sino a su pertenencia a la sobrepoblación relativa, en la que aumentar la tasa de explotación es una de las condiciones para que subsistan 17.128 productores yerbateros, es decir, patrones. El Estado es consciente de esto y obra en consecuencia, ya sea por la vía de no registrarlos o elaborar políticas sociales que no sólo no llegan, sino que además, cuando lo hacen, son insuficientes. La vida de los tareferos solamente manifiesta nuestro largo hilo de degradación histórica.

  

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