Desocupados, inmigrantes, precarizados, esclavos: uníos
2018-06-03 Desactivado Por ElNidoDelCucoMediante el desarrollo de la gran industria, el capital incrementa la productividad social del trabajo y, como contracara, se genera una capa supernumeraria de obreros que sobran en términos del trabajo socialmente necesario para la producción de mercancías.
Por Julia Egan
El eje de análisis central de cualquier medio es el de los cambios históricos en la estructura de la clase obrera. La principal transformación es el crecimiento y consolidación de las distintas formas que adquiere la población sobrante para el capital o sobrepoblación relativa (SPR). Vale recordar que estos obreros sobran en relación con las necesidades del capital y no porque escaseen los medios de subsistencia o los medios de producción para producirlos. Mediante el desarrollo de la gran industria, el capital incrementa la productividad social del trabajo y, como contracara, se genera una capa supernumeraria de obreros que sobran en términos del trabajo socialmente necesario para la producción de mercancías. Por esta razón, cuando hablamos de SPR no nos referimos únicamente a los obreros desocupados, aquellos que el capital no puede emplear y cuya subsistencia depende en gran medida de la caridad pública (planes sociales, por ejemplo) o privada, sino que también se incluye a obreros ocupados por debajo de la productividad media del conjunto de la economía. Estas actividades deben superar ese límite mediante una mayor superexplotación de los obreros que emplea. Además, la SPR es una masa disponible de fuerza de trabajo en los momentos de expansión de la producción, para luego volver a las filas de la reserva. Sirve también para mantener a raya los reclamos de obreros ocupados, que se ven presionados a aceptar las condiciones impuestas por el capital, como bajar salarios y aumentar la jornada laboral (por ejemplo, obliga a aceptar horas extras porque el salario no alcanza). Así, se ocupa en jornadas excesivas a una menor cantidad de obreros, acrecentando a la vez a la masa sobrante. Por eso es un error referirse a las distintas manifestaciones de SPR como “excluidos” ya que, como vemos, estos obreros sí forman parte de las relaciones sociales capitalistas y su existencia permite la valorización del capital. Conocer quiénes son estos obreros es necesario para plantearse una política adecuada para la fracción creciente de nuestra clase. Fundamentalmente porque la SPR se esconde bajo diferentes máscaras impuestas: esclavo, precarizado, marginal, excluido, nuevos movimientos sociales, son algunos de los términos con los que se los etiqueta vagamente. Además, bajo otros nombres propios, ha protagonizado importantes enfrentamientos a nivel nacional e internacional. El movimiento piquetero, los jóvenes mileuristas, los indignados, los trabajadores migrantes, la población negra y los refugiados de oriente, son algunos de ellos. La burguesía busca organizarlos bajo su ala, algo de lo que la Iglesia suele encargarse y así evitar su muerte por inanición, por ello los planes sociales se expanden en todo el mundo pergeñados por organismos internacionales, a fin de mantenerlos a raya y evitar un problema político.
YA NO SOS IGUAL
La división más visible entre los obreros tiene como barrera a la desocupación. Sin embargo, la sobrepoblación relativa no comprende únicamente a esta forma más abierta, el pauperismo consolidado. A riesgo de enfrentarse a una seria crisis política y social, la burguesía desarrolla diferentes estrategias, por un lado, para paliar su creciente imposibilidad de ocupar a los obreros y, por otro, para evitar la desaparición de capitales improductivos. Con la recuperación económica relativa tras la crisis de 2001, una amplia porción del pauperismo consolidado que nutrió las filas del movimiento piquetero se transformó en otras formas de SPR. Además del desempleo rural y las producciones agrarias no mecanizadas, la SPR latente se alimenta en el empleo estatal y su variante aún más precaria, los planes de empleo y las cooperativas de trabajo. El empleo en dichas cooperativas trajo consigo importantes beneficios políticos y económicos. Por una parte permitió el empleo de mano de obra barata, ya que las cooperativas carecen de todo derecho laboral y sus ingresos se encuentran por debajo del salario mínimo, vital y móvil. Por otra parte, permitió la estatización del movimiento de desocupados, cuyas organizaciones se adaptaron a la estructura estatal, que reparte miseria para contenerlos. No es casual que las cooperativas, que crecieron exponencialmente bajo el kirchnerismo e incluso bajo el gobierno de Macri en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se condensen en las provincias y distritos más pobres y conflictivos del país. En cuanto al empleo estatal administrativo, su aumento es histórico y constante, alcanzando el 5,3% del empleo total en 2014. Predominan todo tipo de contratos precarios que facilitan los despidos cuando se achica el presupuesto. Bajo el kirchnerismo, los trabajadores contratados crecieron en un 355% mientras que los empleados bajo régimen de pasantías, monotributo o becas no percibieron aportes patronales ni mantuvieron derechos laborales ni sindicales. Los números son significativos, en el año 1994 la cifra era de 2.034.358 empleados. En 2011 ascendía a 3.036.086 y en 2016 alcanzó a 3.629.272 empleados públicos.
Otro bastión de SPR latente se encuentra en el mundo PYME y todas las empresas que sin los subsidios estatales directos e indirectos no podrían sobrevivir a la competencia. La SPR estancada, por su parte, creció en aquellas actividades donde se encuentran las peores condiciones salariales y laborales; en consecuencia, las peores condiciones de vida. Un refugio histórico de este grupo es el trabajo a domicilio, particularmente, los costureros, que sirvieron de base de expansión de la industria de la indumentaria. Pero también encontramos cartoneros, vendedores ambulantes, empleados de ferias, manteros y trabajadoras domésticas entre otros. Por último, la SPR fluctuante se caracteriza fundamentalmente por su componente etario. Encontramos aquí a los jóvenes empleados en callcenters, cadenas de comidas rápidas y supermercados. Explotados intensivamente durante su juventud, van de un trabajo a otro para luego ser descartados. El crecimiento de la SPR constituye una de las contradicciones centrales del capitalismo, puesto que el desarrollo de las fuerzas productivas y la gran industria bajo las relaciones sociales capitalistas tiene como consecuencia necesaria la pauperización creciente de parte de la población. Por eso, el trabajo político para con esta capa de la clase trabajadora resulta crucial.
NECESIDAD Y URGENCIA
Como dijimos, la burguesía y sus intelectuales se ocupan de ocultar la verdadera magnitud de la sobreexplotación relativa, en especial de aquella más cercana a los niveles mínimos de sustento e incluso incorporan categorías a las estadísticas oficiales para hacer más amigable la descomposición social. También crean, a través del Estado, políticas sociales y un aparato asistencial que se ocupa de mantener a los obreros al borde de la subsistencia, en caso de que se los necesite. La izquierda, por su parte, ha flaqueado en el conocimiento y la organización de la SPR. Cuando ésta irrumpió abiertamente en la vida política, hacia fines de los ‘90, pocas fueron las organizaciones que dieron un programa adecuado. Si bien el Partido Obrero acertó en la organización del movimiento de desocupados, se limitó a la política asistencial y no lo preparó para un momento de reflujo. Sobre todo, no leyó que la recuperación económica podría ser solo un breve impasse y que el cambio de forma de la SPR (pasar de desocupados a ocupados) ni los salvaría de la desocupación futura ni cambiaría su contenido social. Así, no generó las herramientas políticas para enfrentar al kirchnerismo ni al macrismo. A esto se suma que todo el arco de la izquierda compró el armado teórico burgués. Desde el costurero de Bajo Flores hasta los empleados tercerizados del Roca , trabajadores de callcenters, estudiantes, desocupados, todos son esclavos. Quien hasta ahora ha sabido capitalizar mejor su iniciativa política ha sido nada más ni nada menos que la Iglesia, de la mano de Francisco, quien además comprende la necesidad de controlar tanto a los desocupados como a los ocupados. Así, en el ámbito sindical teje relaciones con la CTEP, la CCC, El Movimiento Evita y algunos sindicatos de la CGT y la CTA. Gran parte de la política social y asistencial del macrismo se alimenta de esa influencia y a la vez compite en su contra.
Hoy la SPR se encuentra organizada en torno al asistencialismo burgués. Su máximo horizonte es conformarse con la “economía popular”, que no ofrece más que migajas a cambio de una mayor explotación o un empleo irregular que apenas permita la subsistencia diaria. Insistir en la necesidad de realizar este trabajo político no es un capricho. En las últimas dos décadas hemos asistido a la rebelión mundial de la población sobrante pero de forma más bien desorganizada, lo cual permite que esos movimientos sean capitalizados por la burguesía. Es momento de superar esa fragmentación, entendiendo que el capitalismo por sus condiciones propias más las particularidades de la Argentina, es una experiencia acabada en nuestro país.
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