PALABRAS

¿Cómo recordaremos este tiempo de ausencias y lejanías?
Por las palabras.
Por lo que escribimos y leímos, como si impensadamente nos hubieran puesto a todos en la escuela de nuevo, para desaprender y volver a aprender la importancia suprema del lenguaje. Por lo que decidimos decirle al otro, y por lo que supimos escucharle. En un intercambio urgente como el hambre.
Palabras como puentes tendidos en el aire.
Palabras como espadas de luz tajeando la creciente oscuridad de las madrugadas.
Palabras como una equilibrada caridad del espíritu.
Palabras como abrazos impostergables.
Palabras que elegimos, como elegimos los aliados y los amigos. Como elegimos callar cosas después de haberlas pensado con las mejores palabras. Como elegimos decir otras de la manera que nos sale decirlo.
Las palabras son lo que están cuando no podemos estar nosotros.
Las palabras no tienen miedo de contagiar ni el más feroz de sus significados. Después de todo, el miedo se devora las palabras, y en una parálisis muda, nos deja balbuceando lo que otros nos dijeron.
Fijate qué palabras te tiraron algunos. Recordame si mis palabras de algo te sirvieron. Repetime las tuyas que voy a imprimirlas en el adn de los míos.
Presos de sus palabras, algunos se han condenado a un silencio definitivo. Desbocados con las nuestras, nos liberamos de un encierro que nunca nos convino.
Ni siquiera hacen falta palabras para señalar las diferencias, entre las palabras del odio y las palabras del amor.
Las palabras nunca son mediocres si los mediocres las usan mal.
Las palabras para la belleza son belleza, las palabras para la nada son nada.
Y las palabras que mentimos dicen su verdad a pesar de nosotros.
¿Cómo justificaremos este tiempo de ausencias y lejanías?
Con palabras que intentarán explicarlo todo, y contarán siempre dónde estuvimos parados, y lo que en realidad fuimos.