CREATIVIDAD Y RADIO

            Partiendo de la base de que los “días mundiales” de poco sirven si no vienen acompañados de unas propuestas de cambio real en nuestras formas de entender el mundo, evolucionando y modificando aquello que sea obsoleto para acercarnos de la mejor manera posible al siglo en el que estamos viviendo.

Os escribo estas líneas desde España. Esa España convulsa, con el culo inquieto por mil y una historias (aunque de cara al exterior solo se conozcan una o dos) donde la radio no vive, precisamente, sus mejores días.

Y esto ocurre porque el medio radiofónico está lleno de empresarios y periodistas de nómina astronómica, que conviven con otros periodistas de precaria vida, de sueldo exiguo, de lo que ahora se llama “multifuncionalidad” y antes era “pluriempleo”.

Además, las parrillas de programación siguen invariables en sus contenidos, programas y estructuras desde hace más de 40 años con pequeñas modificaciones que no han servido para llamar la atención de nuevas audiencias.

Esto ha provocado en los últimos 20 años que la edad media de la audiencia de la radio española haya pasado de los 37 a los 52 años. Esto significa que el medio no se está renovando adecuadamente. Los oyentes jóvenes no encuentran por tanto espacios en la radio convencional para sus gustos, más allá de las listas de éxitos musicales que cada vez tienen menos relación real con los gustos de las audiencias.

Todo esto redunda en una pérdida cada vez más importante de oyentes en todas las franjas de edad, sobre todo en las más jóvenes que encuentran en otros soportes (Spotify, Youtube…) la música que ellos quieren escuchar y contenidos especializados en formato podcast, fuera de los circuitos profesionales de radio.

Y, aunque parezca mentira, poco o nada se hace por solucionar este problema que va a abocar al medio a una debacle de proporciones históricas.

La Radio española ha perdido en el último año más de un millón de oyentes (EGM 3a ola 2018) pero como a las grandes empresas la cuenta de resultados y los ingresos por publicidad aún no les asustan, pues continúan con su misma estrategia.

No se dan cuenta de que las nuevas audiencias, esas que ahora viven en las redes y escuchan música en YouTube o Spotify, NO ESCUCHAN LA RADIO. Y no porque no quieran, sino porque no la conocen. Nadie se ha preocupado en los últimos treinta años en crear contenidos adaptados a sus gustos y necesidades, y de esta forma hemos pasado de una edad media de oyentes de 35 años a finales de los 80, a los 52 años según una encuesta realizada a mediados del 2018.

A pesar de todo esto, y gracias probablemente al auge del podcast, los jóvenes siguen usando los auriculares para escuchar contenidos sonoros, tertulias, documentales, programas musicales… que ya no salen de los medios “de toda la vida”; salen de ellos mismos, de sus inquietudes por contar, por compartir.

Como el agua, la imaginación busca sus vías de escape y esto nos da una luz de esperanza a aquellos que pensamos que otra Radio es posible, llena de nuevas ideas e imaginación.

Solo hace falta que seamos capaces de contagiar a las emisoras “de toda la vida” o provocar una pandemia radiofónica de la que salgan sólo aquellos mejor adaptados.

Chuse Fernandez. Coordinador de la Escuela de Radio TEA FM (www.teafm.net)