LEONARD COHEN, UN MAESTRO ÚNICO

         Tuve la (amarga) suerte de ponerme a escuchar a Cohen hoy. Puse el vinilo del vivo en Londres del 2008. Cohen tiene la particularidad para mí de ser un tipo al que siempre sentí viejo. O sea, el tipo tenía cuarenta años y ya era viejo. Yo hoy tengo cuarenta y ocho y leo al Cohen de cuarenta años y lo siento un viejo. Pero no viejo de decrepitud. De anticuado. De desfasado. Viejo de esa frase que dice Nacho Vegas en esa canción hermosa: “ese hombre debe ser varios años más triste que yo”. Viejo de que sabe. Viejo de tristeza. De la tristeza del que sabe.

Entonces decía que hoy escuchaba a Cohen y a pesar de que se me hacía un nudo en la garganta imposible de desatar, también me reía. Porque no lo entendía cuando lo conocí. Yo tenía una ilusión enorme en éste mundo. Mi tristeza era una tristeza privada. Inveterada. Pero cuando miraba para afuera, el mundo era un desafío. Un día yo iba a crecer, e iba a ayudar a que el mundo fuera otro. Mis músicos favoritos tenían una tristeza como la que yo tenía, y me llevaron a Cohen. Y resultaba que Cohen tenía el mismo mal agarrado a los huesos, pero también tenía tristeza del mundo. Y yo no lo entendía. Estaba lejos. Ahora tengo una tristeza que también es del mundo. Pero que nunca será como la de Leonard. Porque así viva cincuenta años más que el canadiense, él siempre va a ser “cincuenta años más triste que yo”.

La traducción es de un tema que increíblemente Leonard escribió a mediados de los ochenta, antes de la caída del muro y de la Unión Soviética y de toda aspiración a tener un mundo distinto al que hoy tenemos.

Todo el mundo sabe

Todo el mundo sabe que los dados están cargados.

Todo el mundo los tira con los dedos cruzados.

Todo el mundo sabe que la guerra ha terminado.

Todo el mundo sabe que los buenos perdieron.

Todo el mundo sabe que la pelea estaba arreglada.

Los pobres siguen siendo pobres, los ricos se hacen más ricos.

Así es como son las cosas.

Todo el mundo sabe.

Todo el mundo sabe que al barco le entra agua.

Todo el mundo sabe que el capitán mintió.

Todo el mundo tiene este sentimiento roto

Como si su padre o su perro acabaran de morir.

Todos hablándole a sus bolsillos.

Todo el mundo quiere una caja de bombones

y una rosa de tallo largo.

Todo el mundo sabe.

Todo el mundo sabe que me amas, nena.

Todo el mundo sabe que realmente lo haces.

Todo el mundo sabe que has sido fiel,

salvo una noche o dos.

Todo el mundo sabe que has sido discreta,

pero era tanta la gente que tenías que conocer sin la ropa puesta.

Y todo el mundo sabe.

Todo el mundo sabe, todo el mundo sabe.

Así es como son las cosas.

Todo el mundo sabe.

Todo el mundo sabe, todo el mundo sabe.

Así es como son las cosas.

Todo el mundo sabe.

Y todos saben que es ahora o nunca.

Todo el mundo sabe que es o vos o yo.

Y todo el mundo sabe que vives para siempre

cuando escribiste una línea o dos.

Todo el mundo sabe que el trato está podrido,

y que el viejo negro Joe todavía está recogiendo algodón

para tus cintas y tus lazos.

Y todo el mundo sabe.

Y todo el mundo sabe que la peste se acerca.

Todo el mundo sabe que se está moviendo rápido.

Todo el mundo sabe que el hombre y la mujer desnudos

son solo un artefacto brillante del pasado.

Todo el mundo sabe que esa escena está muerta,

pero habrá un metro en tu cama

que revelará

lo que todos saben.

Y todo el mundo sabe que estás en problemas.

Todo el mundo sabe por lo que has pasado.

Desde la cruz sangrienta en lo alto del Calvario

hasta la playa de Malibu,

todo el mundo sabe que todo se está desmoronando.

Echa un último vistazo a este Sagrado Corazón

antes de que explote.

Y todo el mundo sabe.

Todo el mundo sabe, todo el mundo sabe.

Así es como son las cosas.

Todo el mundo sabe.

Todo el mundo sabe, todo el mundo sabe.

Así es como son las cosas.

Todo el mundo sabe.

Todo el mundo sabe, todo el mundo sabe.

Así es como son las cosas.

Todo el mundo sabe.

Todo el mundo sabe.