EL SUICIDIO DE FRANK PENTANGELI

“La familia Corleone era como el Imperio romano”.

       Después de la audiencia [del Senado], el consignatario Tom Hagen visita a Frank Pentangeli bajo custodia. Hagen le dice a Frank que hizo lo correcto al retractarse. Tom y Pentangeli hablan nostálgicamente de los viejos tiempos cuando la familia Corleone, como dice Pentangeli: “Era como el Imperio romano”.

Tom va a ver a Frank. Habían estado enfrentados en juicio. Frank iba a declarar contra la familia Corleone. Al final no lo hizo: Michael llevó a juicio al hermano mayor de Frank. La amenaza sutil. La sutilidad: volverá a aparecer en esta escena. Todo había sido un error, de todas formas: Frank creía que Michael había ordenado su asesinato. No era así. De todas formas, es consciente que haber dado ese paso es demasiado y ya no hay vuelta a atrás.

Hagen cuenta una historia sobre lo que les pasaría a los traidores durante esos días romanos, lo que implica que lo correcto para Pentangeli ahora es suicidarse. Hagen le dice a Pentangeli que si acepta la responsabilidad de atacar a la familia Corleone y se suicida, la familia de Frank siempre será atendida, así como a las familias de los traidores confesos en la época romana que se suicidaron se les permitió quedarse con todas sus posesiones. Agradece a Hagen, regresa a sus habitaciones asignadas y, a pesar de la presencia en la otra habitación de sus guardias federales, se suicida cortándose las muñecas mientras se baña.

Me gusta esta escena porque tiene historia. Se habla del Imperio romano, una época apasionante para estudiar, y se habla de la mafia siciliana. Se habla de los códigos de honor, de la omertà (la ley del silencio en la mafia). Queda muy patente esa parte del crimen organizado que tiene algo de romántica… pero que en el fondo es terrible y cruel. Es esa ley que hace que a Michael no le tiemble el pulso para asesinar a su hermano tras una traición. Una traición no se puede perdonar.

La conversación completa entre Tom y Pentangeli:

“¿Qué debo hacer ahora Tom?

Tom: Franki, siempre te interesó la política, la historia. Recuerdo que hablabas de Hitler en los años 30.

Franki: Sí, aún leo bastante. Tengo muchos libros ahí.

Tom: Estuviste cerca de aquellos que idearon cómo debían organizarse las familias. Cómo lo basaron en las antiguas legiones romanas y los llamaron gobiernos, capos y soldados… y resultó.

Franki: Sí, funcionó. Esos fueron los buenos tiempos. Y éramos como el Imperio Romano. “La familia Corleone era como el Imperio romano”.

Tom: Sí, si lo fue… Franki… cuando un atentado contra el emperador fallaba, a los conspiradores se les daba una oportunidad, para que sus familias conservaran su riqueza, ¿cierto?

Franki: Sí, pero solo a los ricos Tom, a los pobres los liquidaban y todos sus bienes iban al emperador. A menos que regresaran a casa y se suicidaran. Así nada pasaba y sus familias; sus familias eran respetadas Tom.

Tom: Y era buena salida. Un buen trato.

Franki: Sí. Ellos iban a casa y en un baño de tina, se abrían las venas desangrándose hasta morir… y a veces ofrecían una fiesta antes de hacerlo…

Tom: No te preocupes por nada, Franki “5 ángeles”.

Frank Pentangeli: Gracias Tom, gracias…”

Es para mí una escena magistral, porque tiene que ver con una violencia muy sutil, casi imperceptible. No hay violencia física, tampoco violencia verbal. Todo lo contrario: hay camaradería, confianza, compadreo. Pero, al mismo tiempo, hay un entendimiento muy claro. Hay un lenguaje no verbal que implica sumisión y aceptación. Hay pocas palabras pero que dejan claras todas las posturas. Es increíble pero es así: hay elegancia en la sentencia, en la amenaza de muerte y en la condena final.