¿IMPOSIBLE?

            Les cuento la primera buena noticia: soñar no cuesta nada.

A partir de esta buena nueva, sabemos que podemos soñar gratis y sin problema toda la vida. Siempre usé los sueños, o ensueños, que son los que uno sueña despierto, para sentirme mejor, con ganas, esperanzas, y para vislumbrar nuevas metas. Con el paso de los años me di cuenta que es una actividad fundamental, vital, necesaria.

 ¿Qué sería de nosotros sin los sueños  “imposibles”? ¿Pero son imposibles? No creo que debiéramos llamarlos así. Estos lo serán solo hasta que nosotros, junto con un poco de azar, destino y contingencia lo permitan. Si realmente queremos alcanzar ese sueño, hay que trabajar duro para ello. Contra viento y marea, cayéndonos y levantándonos una y otra vez, sabiendo que no será fácil ni pronto.  Todo lo que sea sin esfuerzo no dura en el tiempo. Lo contrario es sólido, fuerte, estacionado, anclado, establecido. Al menos esa es mi experiencia.

Sin los sueños imposibles la vida sería miserable, pobre, sin valor. Muchas veces escuchamos la frase “está todo inventado” o “ya está todo dicho” o “qué querés inventar”, frases que solo demuestran la imposibilidad del interlocutor para soñar.

Cuando era chico, y empecé a tocar la guitarra, quería ser Jimmy Page. Hoy quiero hacer una música donde la guitarra suene como un piano, le llamo “pianoguitar”. Ahora, no importa si el sueño mutó, o no se cumplió del todo, porque fue útil para lo que somos hoy. Yo estoy feliz con mi vida, con mi profesión de músico, investigador y docente. Y eso gracias a los “sueños imposibles” que, valga la paradoja, hicieron posible quien soy.