SOBRE LA CARTA LA MESA…
2019-04-26 Desactivado Por ElNidoDelCucoEDITORIAL
25 de Abril de 2019
En el cuento “La carta robada” de Poe, lo más difícil de percibir es lo que nunca dejó de estar delante de los ojos de todos. Una carta. El lugar de la carta en realidad debía saltar de inmediato a la vista, siempre que se pensase contra las políticas explicativas que desorientaban la mirada sobre su ubicación. Políticas explicativas dije citando a Nicolás Casullo: mundos discursivos que escondían la carta, y lograban –como dice Dupin, el protagonista– que lo más expuesto sin embargo “escapase a la observación por demasiado evidente”. Pero la carta siempre estuvo ahí. Desde el principio de esa historia. En el tarjetero sobre la repisa de la chimenea.
El misterio es demasiado sencillo dice en otro momento Poe, y lo sencillo de ver, lo obvio, es que este gobierno perdió definitivamente su legitimidad. Dilapidó su caudal político prácticamente en dos años, y tal vez el declive (lo obvio, lo que estuvo allí todo el tiempo) empezó en el congreso cuando se intentó una reforma previsional que fracasó estrepitosamente y se extendió hasta la mega devaluación del 2018. Desde ese momento transitó esa fase de agotamiento en el contexto de una recesión brutal y sostenida por los dólares de FMI. Al solo efecto (otra carta) de continuar, de estirar al menos un tiempo más la bicicleta financiera, o como le llaman ahora los economistas, Carry Trade, porque en inglés, ya se sabe, todo parece menos malo.
La última fase es la de la implosión, y ya es ocioso preguntarse cuando empezará, ahí está, sobre la repisa, la carta que dice que esta fase ya comenzó. Irónico, triste es darse cuenta que a este gobierno no lo va a voltear la CGT ni el pueblo organizado en la calle sino ese establishment empresarial liberal, predominantemente agroexportador, especulativo rentista, dueño “testamentario” de la nación-negocio, falazmente democrático, que vio que a este gobierno le queda muy lejos Octubre , pide por favor que el candidato no sea el presidente ni ninguno de esa murga impresentable de funcionarios que por estas horas buscan piedras donde esconderse.
Para peor, en los tiempos de caos institucional lo único que queda es el fanatismo, la locura dogmática, el inconsciente desbocado de una argentina autoritaria disfrazada de republicana que tiene en Carrio su máxima expresión, una moralina elitista y anti política muy arraigada en sectores de la población que sonreirían si la diputada que nunca trabaja y le gusta sacarse fotos tirada en el piso gritara a viva voz: ¡¡¡Viva el Cancer!!! Sería un buen eslogan para ellos.
No hay manera de que la táctica aplicada por el gobierno y apoyada por los medios llamada Globotomia, que consistió en la capacidad de convencer al ciudadano de que todo lo bueno que le sucedía antes, se debía a una razón mala, y todo lo malo que le sucede ahora se debe a una razón buena, siga funcionando. No hay manera de pensar políticas populares si la oposición se une al solo efecto de buscar lo que Bauman llamó Retropia, esa idea de volver a tiempos pasados donde éramos todos felices pero sin lo malo y tomando las decisiones correctas, lo que es desconocer los procesos históricos que llevaron al poder a la actual coalición. Vamos a volver dicen, ¿a hacer qué, exactamente? Y mientras tanto la izquierda sueña con el pueblo pidiéndoles la revolución permanente, reforma agraria y colectivismo, o aunque más no sea que vuelvan los soviets de capital a juntarse en asambleas populares para poder ir a romperlas, sugiriendo someter a votación la abolición de la propiedad privada y cosas así.
O sea, ¿qué es lo obvio de todo esto que no estamos viendo, que nadie discute al sistema en sí en tanto generador de pobreza como condición necesaria para acumular riqueza, que ya no se trata de gestiones buenas o malas, sino de planes perfectamente ejecutados por una minoría para su propio provecho? ¿Los vemos, sabemos quiénes son? La carta –robada a los ojos, a la conciencia– es la historia que vale contar, nos dice el gran Edgard Allan Poe. En nuestro caso, si no se la ve, no vamos a entender lo que está pasando en otro momento crucial de la Argentina.