RATAS Y GORILAS

               Aceptando que esto admite variaciones en diversos lugares, existen animales que gozan de la simpatía general: caballos, perros, gatos, jirafas, tortugas, inclusive los sobrevalorados delfines y los insípidos osos pandas. Pero también están aquellos que causan aversión: arañas, alacranes, víboras, ratas, entre otros. En algunos casos hay ambigüedad, como sucede con el burro al que si bien se le tiene en consideración y afecto se le cree incapaz de aprender.

El rechazo a las ratas (tanto por asco como por temor) es uno de los más generalizados, y no es cuestión de quitarles responsabilidad en las calamidades de las que pueden ser directamente responsables. Pero las ratas tienen mala prensa y se las percibe como traidoras, desleales o miedosas, todo esto encarnado en  el dicho que afirma: “Cuando el barco se hunde las ratas abandonan el barco” (existen muchas variaciones sobre el mismo tema en cuanto a la manera de formularlo). Pareciera inclusive que para la sabiduría popular la principal actividad de las ratas consiste en abandonar los barcos que se hunden, por lo que se supone que cuentan con una “instintiva pre consciencia de la calamidad” que las conduce a buscar su propia seguridad en forma oportuna. Ahora bien, una rata en toda su razón podría decirnos con todo sentido común que si el barco se está hundiendo lo mejor que se puede hacer es abandonarlo. Pero este juicio moral se debe a que no todas las ratas son roedores, ya que existe una cantidad abrumadora de humanoides ratunos que se retiran de un proyecto, empresa o programa cuando las cosas comienzan a andar mal.

Y justamente es lo que estamos viendo en estos días, donde distintos personajes que otrora festejaban al gobierno que había venido a poner fin al populismo que arruinó el país los últimos 70 años, hoy dejan ver sus críticas y hasta el más sincero arrepentimiento, como el ex titular de la Unión Industrial Argentina que declaró que se equivocó fiero y se arrepiente de haberlos votado. O pseudo-intelectuales que se quejan del desproporcionado aumento de gas y no entienden qué pasó, periodistas desencantados e indignados, todos con cara de sorpresa, como si  todo esto fuera consecuencia de una serie de errores en el arte de gobernar y no consecuencia de un saqueo planificado que fue ejecutado con precisión Suiza.

Y mientras estos personajes sostienen un muñeco bebe para que los dejen subir a los botes y zafar del Titanic que se hunde, los radicales, que de esto saben, dicen que esto no puede ser, que no era lo que pensaban y que sí, les interesa un puesto en la vicepresidencia, a ver si de ahí pueden cambiar las cosas. Porque la cosa esta fea y ellos están muy preocupados por todo esto. Los radicales son geniales, y por geniales quiero decir que son unos reverendos hijos  de… Nos meten de cabeza en las crisis y después llorisquean para que vayamos a un gobierno de unidad nacional que nos saque de la crisis a la que ellos nos llevaron.

En fin, no hay en el reino animal especie que juegue este juego histérico de ir y venir contra los intereses de las clases trabajadoras que hace mucho, mucho tiempo, ellos representaban. Quién lo diría. Pero el problema en realidad no es la boina blanca o el carácter ratonil de ciertas porciones de la clase política, hay otro animal que debería hacerse cargo y que habita en muchos lados. Ya deberíamos haber aprendido, que este país termina incendiado cada vez que gobiernan antiperonistas. Que en este país significa ir contra los intereses de la clase trabajadora. Ojo, ratas y gorilas hay en todos lados, y nadie se salva de la cruza anti natura de estas dos especies. De los porcentajes de estos animales dependerá el accionar de muchos en este año, estarán los que dirán  que prefieren cagarse de hambre con tal de que no vuelvan más y los que huirán del barco diciendo yo los voté pero otra vez no me agarran.

Convicciones, proyecto de país, análisis de la importancia de no ser un cabeza de termo y creerle todo a los medio de comunicación? No pida mucho amigo, que para eso tenemos que ser algo más que ratas en un laberinto o gorilas en la niebla.