LA GUERRA PSICOLÓGICA

          Wittgenstein dijo alguna vez que no hablamos un lenguaje, sino que somos hablados por el lenguaje. Por extensión podemos afirmar que no pensamos, somos pensados. Para el filósofo austríaco vivimos en una especie de embrujo, embrujo al que queda sometido el pensamiento por obra del lenguaje. Quizás nunca sepamos quienes son los brujos y brujas que nos tienen hechizados, menos si vivimos adormecidos en la bruma narcótica del lenguaje. “Filósofo es aquel que debe curar en sí muchas enfermedades del entendimiento, antes de poder llegar a las nociones del sano entendimiento común”. Para Wittgenstein el ejercicio filosófico crítico era la cura contra el hechizo lingüístico. En criollo, Jauretche nos diría que tenemos que sacarnos las zonceras de encima. Es un tema de Salud o Enfermedad, maldita dialéctica fisiológica.

No es casualidad que haya hecho una introducción con tamaños pensadores a un libro tan necesario hoy como “La Guerra Psicológica”, escrito por Alejandro Braile y Osvaldo Vergara Bertiche. Libro que tiene como protagonista a otro gran filósofo y científico como fue Ramón Carrillo, primer Ministro de Salud de la Nación. Un hombre que como Wittgenstein y Jauretche, ya se había curado a sí mismo de las zonceras, y dirigió un llamado de atención a la Nación toda contra una guerra no declarada, de enemigos invisibles y silenciosos, que usan como campo de batalla tu cabeza.

Este poder que funciona como un gran Holding corporativo, sin nombre ni rostro, opera a través de la colonización cultural, mediante la manipulación discrecional de la desinformación, introduciéndose secularmente en la vida ciudadana a través de un sistema de enseñanza enajenante, acrítico, dogmático y de repetición, al servicio de los intereses de una minoría, que disemina por contagio su propia ideología en las mayorías populares, narcotizadas por el aparato propagandístico-ideológico.

El Poder Hegemónico es la Hegemonía Ideología de una clase: es ser hablados por su lenguaje, ser pensados por su filosofía, ser movidos por su voluntad, deseando a través de sus intereses. Lo que suele llamarse el “Pobre de derecha”. Simbólicamente el “pobre de derecha” representa el gran triunfo de la ideología neoliberal: el Desclasado. Que la clase trabajadora decida y elija en contra de sus propios intereses, que se enferme de odios vacíos y repita axiomas incomprobables como verdades eternas, ese es el efecto concreto de la Guerra psicológica.

Ramón Carrillo estudió el fenómeno y quiso preparar a las futuras generaciones contra este enemigo invisible e impiadoso. Era para él un tema de Salud pública. Pero los brujos y brujas que conjuran contra la salud pública, no solo fueron contra él,  sino que tomaron nota de sus conocimientos.

Carrillo murió solo y pobre en Brasil. Injuriado y perseguido por la “Libertadora” del ’55. Hoy gobiernan los hijos de aquellos usurpadores que bombardearon Plaza de Mayo y borraron de la historia una Constitución Nacional modelo. Estos, los hijos de los Profetas del odio, con medios tecnológicos impensados para aquella época, lograron lo que soñaron sus abuelos y padres: volver al pueblo contra sí mismo con casi nada, sin disparar un solo tiro.

Queda en nosotros resucitar el espíritu filosófico y científico de Ramón Carrillo y contestar a esta agresión delictiva. Curándonos primero de las zonceras y venenos ideológicos enquistados profundamente. La lucha es desigual, pero está en juego la Salud y el Futuro.

No es poco para mínimamente leer este libro y hacerse cargo de lo que a uno le toca en medio de esta Guerra Psicológica.

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