SCARAMANZIA
2018-12-17 Desactivado Por ElNidoDelCuco
Por SERGIO DI BUCCHIANICO
“Scaramanzia” es el nombre del anteúltimo tema musical del disco “Último bondi a Finisterre” de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Quiere decir algo así como “buena suerte”. Los primeros versos de la última estrofa dicen:
Hoy todos somos gente del pasado
Y la alucineta es que nadie
Quiere volver a ser como antes, no!
Al escuchar una y otra vez esta canción no puedo dejar de pensar en el destino neoliberal – que parece inexorable – de nuestro país, o en lo que queda de él. Pues todos siempre somos gente del pasado, ya que este suele ser quien a veces nos determina; por otro lado, aunque se sufran algunas recaídas, generalmente nadie quiere volver a ser como antes, y en este caso con respecto al neoliberalismo las afirmaciones precedentes parecen ser peligrosamente irrefutables.
Pero para despejar dudas o por lo menos intentar aclarar panoramas, en función de lograr interpretar qué pasa con la relación enfermiza y recurrente que aparentemente existe entre la Argentina y el neoliberalismo, intentemos definir de qué se trata – a grandes rasgos – esta ideología, tan parecida a una maldición del más allá y cómo nació este monstruo devorador de porvenires obreros.
Allá por 1944 un filósofo, jurista y economista austríaco llamado Friedrich Hayek, escribió el libro “Camino de servidumbre”, que diera nacimiento al neoliberalismo (con semejante título no podríamos esperar otro destino), y que según Perry Anderson se trata de “un ataque apasionado contra cualquier limitación de los mecanismos del mercado por parte del estado, denunciada como una amenaza letal a la libertad, no solamente económica sino también política” (Anderson Perry, “Neoliberalismo: un balance provisorio”. Cap. 1). Vale la pena destacar que Hayek con su obra, apuntaba sus cañones al partido laborista inglés – quien ganara las elecciones en 1945 – enrolado en la doctrina socialdemócrata y que este autor comparara con el nazismo, afirmando que ambas ideologías conducían a lo mismo, a una “servidumbre moderna” y que las bases del relativo estado de bienestar eliminaban la libertad de los ciudadanos y la vital libre competencia esencial para la prosperidad de todos.
Cabe recordar que el modelo económico de post guerra, que gozara de su máximo apogeo en las décadas del 50 y 60, en 1973 entró en crisis dando lugar a una profunda depresión de los mercados, inflación y desocupación en la Europa capitalista, permitiendo de ese modo la vigorización de las ideas neoliberales, lo cual nos habilita a inferir que detrás de un período de Keynesianismo o estado de bienestar le sigue indefectiblemente un período neoliberal. Las raíces de la crisis, afirmaban Hayek y sus compañeros, estaban localizadas en el poder excesivo y nefasto de los sindicatos y, de manera más general, del movimiento obrero, que había socavado las bases de la acumulación privada con sus presiones reivindicativas sobre los salarios, y con su presión parasitaria para que el Estado aumentase cada vez más los gastos sociales (“La trama del neoliberalismo”, Emir Sade y Pablo Gentile. Pág, 26).
¡Qué familiar suena todo esto! Parece ser que realmente somos gente del pasado y que no ser como antes es nada más que una alucineta cargada de realidad.
La implementación de los programas neoliberales en Europa arrancó en 1979 con la llegada del gobierno de Thatcher en Inglaterra y en 1980 con Reagan en EEUU, máximos exponentes de este modelo, ya en los ‘80 la ideología neoliberal regía en los países capitalistas más avanzados.
Quizás sea interesante observar cuales fueron las experiencias de esos gobiernos para lograr acercarnos a un somero comentario del modelo neoliberal, que en estas geografías – las nuestras – pareciera que siempre vuelve porque en realidad nunca se va: Contracción de la emisión monetaria, aumento de las tasas de interés, baja de impuestos a los altos ingresos, abolición de controles de la actividad financiera, altos niveles de desempleo, recorte de gastos sociales y represión de huelgas, además de privatizaciones de las industrias básicas; una verdadera avanzada vanguardista del despojo, para remediar los supuestos daños producidos por el estado de bienestar en las ganancias del gran empresariado y poder cumplir el máximo objetivo económico: la estabilidad monetaria.
Ahora bien, por aquellos años lo realmente curioso era que mientras en el norte de Europa se elegían gobiernos de derecha neoliberales, en el sur llegaban al poder gobiernos de izquierda denominados euro-socialistas: Mitterrand, Gonzales, Craxi, etc. Todos aparentemente progresistas y populares. Estos intentaron reinstalar el modelo económico de posguerra basado en la distribución, pleno empleo y protección social. Pero fracasaron. Ya en 1982 y 1983, primero en Francia y luego en Italia y España, tanto keynesianos como progresistas viraron sus políticas de inclusión hacia el neoliberalismo forzados por la presión de los mercados internacionales, alma mater del capitalismo desarrollado. Recordemos que producto del plan neoliberal, España logro el record de desocupación alcanzando el 20% bajo el gobierno de González.
Por lo tanto, se podría deducir que en materia ideológica el neoliberalismo es quien ejerce un dominio hegemónico global e histórico. Tal vez, porque las posiciones intermedias, socialdemócratas, keynesianas, etcétera, resulten inofensivas o imposibles a largo plazo dentro del capitalismo avanzado, pues la tolerancia de aquellas impediría el desarrollo de este.
En la década del ‘80 el resultado neoliberal fue paradojal porque, si bien produjo recuperación de ganancias empresariales, ésta no condujo a la recuperación de la inversión productiva, fertilizando el ambicioso terreno de la inversión especulativa. Como quizás esté sucediendo ahora, en estos tiempos, en estas tierras y en nuestros destinos.
Sin embargo, en los años ‘90, a pesar del gran endeudamiento de los países a causa del aparente fracaso del proyecto neoliberal europeo, éste pareció cambiar el aire y no solo que sobrevivió en países como Inglaterra sino que se expandió hacia otros como Suecia, Alemania, Italia o Austria. Pero el fenómeno digno de destacar es que las políticas neoliberales lograron penetrar en los regímenes opositores a ellas, y quienes las implementaron accedieron al poder con discursos de apariencia progresista (Menem), o sea que el paradigma neoliberal se afianzó tanto por derecha como por izquierda para permanecer por décadas, como parece quedar demostrado al menos en Europa y Sudamérica en el tercer milenio.
Para finalizar, y a modo de última reflexión, Perry Anderson considera: “Cualquier balance actual del neoliberalismo sólo puede ser provisorio. Se trata de un movimiento inconcluso. Por el momento, a pesar de todo, es posible dar un veredicto sobre su actuación durante casi quince años en los países más ricos del mundo, única área donde sus frutos parecen maduros. Económicamente, el neoliberalismo fracasó. No consiguió ninguna revitalización básica de capitalismo avanzado. Socialmente, por el contrario, ha logrado muchos de sus objetivos, creando sociedades marcadamente más desiguales, aunque no tan desestatizadas como se lo había propuesto. Política e ideológicamente, sin embargo, ha logrado un grado de éxito jamás soñado por sus fundadores diseminando la simple idea de que no hay alternativas para sus principios, y que todos, partidarios u opositores, tienen que adaptarse a sus normas. Probablemente, desde principios de siglo, ninguna sabiduría convencional consiguió un predominio de carácter tan abarcativo como hoy lo ha hecho el neoliberalismo. Este fenómeno se llama hegemonía, aunque, naturalmente, millones de personas no crean en sus promesas y resistan cotidianamente a sus terribles efectos. Creo que la tarea de sus opositores es ofrecer otras recetas y preparar otros regímenes. Alternativas que apenas podemos prever cuándo y dónde van a surgir. Históricamente, el momento de viraje de una onda es siempre una sorpresa” (Anderson Perry, “Neoliberalismo: un balance provisorio”, 1999 primera edición).
PD: EI Indio Solari en el tema Scaramanzia, sugiere que la tecnología de los juegos virtuales lo transportó a otro mundo: al mundo de la fantasía; entonces alucina con no volver al mundo real; quiere quedarse en el mundo virtual y vivir la ilusión de manejar a través de los secretos de la Scaramanzia, los resortes de la Suerte y del Destino.
Desde los arrabales andinos. Sergio Di Bucchianico.
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