Historias del Fin del Mundo. Parte II
2018-12-17 Desactivado Por ElNidoDelCuco
Por EZEQUIEL PERÍN
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El tema nunca fue el contenido, sino las formas. Si vienen a querer convencerte sobre Dalí (artista demencial del cual no habría que convencer absolutamente a nadie) a quién le vas a prestar mayor atención para una posterior suelta de credibilidad: ¿A un tipo con un vaso de leche en la mano y un plato de galletitas estilo “cookie” sobre la mesa o a uno reventado a whiskies suplicando por vivir un ratito más para contarlo?
El moralmente hijo de puta buscará asilo en la góndola de los lácteos y el esnobista enchapado se regalará a una infusión que probablemente no pase o le dé arcadas. Aclaración: en este espacio no hay lugar para las tibiezas, ustedes, a un lado, a otro campito. A Dalí hay que buscarlo en lo imperfecto, en la esquina que cuesta barrer de nuestra morada, ahí está el tipo preparado para un cachetazo. El acceso depende a ciencia exacta de la infusión. Por eso, la elite aún posa sonriente con cuadros de Berni.