PSICOSIS. La verdadera película de miedo.

PSICOSIS. La verdadera película de miedo.

2018-09-18 Desactivado Por ElNidoDelCuco

Por ARIEL STIEBEN

 

Hace 58 años se estrenaba la que ha sido catalogada como la película más aterradora de todos los tiempos. Hace 38 años fallecía su director, el “maestro del suspenso” Alfred Hitchcok. Una excusa de calendario para recordar a este afamado inglés y su más aclamada creación.

 

         Un lúgubre caserón venido a menos. Un motel vacío en medio de la carretera abandonada. Una noche de tormenta. Una mujer rubia en plan de escape con 40.000 dólares robados. Un joven alto y desgarbado, nervioso, lleno de tics pero que parece confiable y hasta extrañamente encantador. Una madre embalsamada. Una ducha. Un cuchillo resplandeciente. Un grito aterrador. La música -estridente y sofocante- de violines que nos alertan que ya nada volverá a ser igual. Nada lo fue. Ni en la trama de la película, ni en la carrera de Anthony Perkins, ni en la historia del cine de terror , ni en los hábitos de baño de los cinéfilos del mundo.

 

TODO TIENE UN COMIENZO

Corría el año 1960 y Alfred Hitchcock quería hacer un pequeño film de género que consiguiera emocionar al público centrándose en lo técnico. Entonces decidió comprar los derechos de una novela que se había publicado el año anterior. El libro se llamaba  Psicosis y el autor Robert Bloch.  La cifra acordada para la transacción: 9.500 dólares (luego Hitchcock se esmeraría en la agotadora tarea de comprar todos los libros que se cruzaran por su camino, para que la gente supiera tan poco de la historia como fuera posible).

En la adaptación de la novela, el director y su guionista, Joseph Stefano, apostaron a un cambio fundamental. El Norman Bates de  Bloch era un cuarentón pelado y de anteojos, imagen no sólo poco seductora sino también poco sorprendente. El público imaginaría a un asesino serial, impotente, edípico y totalmente trastornado pero jamás desconfiaría de un joven ágil y atractivo.  Por eso, Hitchcok pensó en Anthony Perkins para el papel: el chico de al lado, con quien la audiencia de identificaría, al menos hasta conocer su lado oculto.

La película fue filmada por el mismo estudio que el director usaba para hacer su ciclo de TV “Alfred Hitchcock presenta” y sólo costó  800.000 dólares (recaudaría después más de 40 millones). El film no solo marcó tendencia en lo que, de allí en más, sería el género de terror, sino que también revolucionó al cine desde otros aspectos. Temáticas tabú como la sexualidad y los trastornos relacionados con ella, el travestismo, el complejo de Edipo, el incesto latente, la ambición, el robo, la necrofilia y el asesinato a sangre fría se mezclaban en un cocktail explosivo en una trama que además rompía barreras de lo “mostrable” en cine: en Psicosis fue la primera vez que se tiró la cadena de un inodoro en la pantalla grande. Por primera vez también, la estrella de la película era asesinada en el primer tercio de la cinta (estrategia repetida décadas después en una heredera bastarda de Psicosis , Scream en la que Drew Barrymore es asesinada en los primeros minutos de película).

 

LA ESCENA MÁS FAMOSA

Hay una escena en Psicosis que ha hecho aún más historia que el film, la archiconocida “escena de la ducha” en la que Janet Leigh muere acuchillada. Hitchcok sabía que esa era la escena fundamental, tal vez, simplemente porque fue la razón que lo llevó a adquirir los derechos del libro. Por eso fue a la que le dedicó más tiempo y trabajo: 7 días y 70 posiciones de cámara para 45 segundos de película.

Hubo rumores de que esa escena no había sido dirigida por Hitchcock sino por Saul Bass (a cargo de los precisos títulos de apertura) pero el tiempo parece haberlos desmentido. El que sí estuvo ausente fue Anthony Perkins, que estaba en Nueva York ensayando para una obra teatral. Lo que vemos es un doble disfrazado de la Sra Bates. Tampoco Janet Leigh fue pura presencia. Su cara, las manos y los hombros son suyos, pero el resto del cuerpo pertenece a una modelo más dispuesta a recibir las puñaladas. El sonido de las mismas se logró atacando a cuchillazos a unos melones. Y la sangre es en realidad salsa de chocolate. El director quería dejar la escena en silencio, pero Bernard Herrmann (a cargo de la música del film) decidió no escucharlo y musicalizarla igual. A pesar de todo eso la escena sigue aterrorizando a la audiencia. Luego del estreno, Hitchcock recibió una carta de un padre disgustado porque después de ver la película su hija de rehusaba a ducharse.

 

EL NEGOCIO INTERMINABLE

Hitchcock se oponía a una continuación, pero el negocio que prometía una secuela era extremadamente tentador. Por eso, apenas murió, los hilos de la saga comenzaron a tejerse y en 1983 se estrenó la secuela que más se hizo esperar en la historia del cine: 22 años después de matar a Marion Crane; Norman Bates es liberado de la institución a la que había sido confinado y regresa al Motel Bates a hacer de las suyas. La hermana de Marion y su joven hija harán cualquier cosa por desequilibrarlo para que lo encierren otra vez. Entretanto le aparecerá una nueva madre, a quien matará al final de la película para tener otro cadáver embalsamado con el que discutir. Psicosis II fue un éxito de taquilla, lo que llevó irremediablemente a…Psicosis III. En 1986 parecía haber llegado la hora de volver a sacar a Norman Bates de su ostracismo y devolverle algo de adrenalina al Motel Bates. La sorpresa era que Anthony Perkins no sólo iba a protagonizar la película, sino también a dirigirla. La estética de los ‘80 se impone en esta tercera parte con más sexo, más desnudos, más sangre y más violencia que en las anteriores. A pesar de ello, Norman comienza a redimirse gracias al amor de una inocente doncella. Si la doncella amó a Bates en la tercera parte, el público no, ya que la película fue un fracaso de taquilla, lo que desalentó una cuarta entrega en celuloide. Pero Norman Bates se rehusaba a morir.

Hizo su reaparición en 1990 con la película hecha para TV por cable, “Psicosis IV: el comienzo” que retoma episodios de la niñez y la adolescencia de Norman, ahondando en explicaciones que habían sido dejadas de lado por los anteriores. Sobre el final nace el hijo de Bates; abriendo un interrogante que incomprensiblemente aún no fue respondido por Osgood Perkins (hijo de Anthony, de profesión actor).

En 1987, el director Richard Rothstein presentó un piloto para televisión llamado “Bates Motel”, con otro actor en el papel de Norman Bates, pero no prosperó.

La movida más polémica de este árbol genealógico que abrió el film de Hitchcock vino de la mano, irónicamente, de otro excelente director. En 1998 Gus Van Sant decidió que era hora de desempolvar al Motel Bates y devolverlo a las salas de cine. Pero su decisión partió desde otro lugar: él iba a hacer una remake del original. También se distanció un poco de lo que se conoce como remake, recreando toma por toma el original. La polémica se desató y la película de Van Sant ganó fervientes detractores, hasta el punto que un sitio de internet propone un juego en el que uno puede tomar el lugar de Hitchcock y acuchillar en la ducha a Gus Van Sant, Vince Vaughn y Anne Heche (los nuevos Norman Bates y Marion Crane).

 

YO SOY NORMAN BATES

Antes de Psicosis, Anthony Perkins se perfilaba como un galancito con intento de carrera discográfica (tres discos “a lo Sinatra”) y como uno de los tantos “jóvenes conflictuados” que pugnaban por ocupar el lugar que había quedado vacante tras la muerte de James Dean. Pero su carrera dio un giro en 1960 al interpretar a Norman Bates. Los paralelismos entre las vidas de actor y personaje -desconocidos por el director y el guionista- eran alarmantes. Ambos habían perdido a su padre a los cinco años quedando a cargo de una madre dominante que jamás volvería a casarse y ambos cargaban el peso de una sexualidad que iba en contra de los cánones considerados como normales (Perkins era un homosexual que intentó encauzarse mediante el análisis, el casamiento y la paternidad).

El actor se metió de lleno en la piel de Bates y dio una actuación impresionante, probablemente la mejor de su carrera. Hitchcock, ampliamente conocido por el menosprecio que expresaba por los actores (“los actores son ganado”, dijo una vez) parecía respetar a Perkins. Aceptó su sugerencia de que Norman comiera caramelos todo el tiempo para resaltar sus tics nerviosos y su ansiedad y cuando el actor no fue nominado para los Oscars por su labor en la película, le envió un telegrama que decía: “Estoy avergonzado por la actitud de tus compañeros actores”.

Este fue su papel definitivo y, el mundo entero, comenzando por la industria del cine, no dejaría de recordárselo. Su carrera se estancó luego de este film, quedando para siempre encasillado en el rol de psicópata. Una lástima, considerando lo promisorio de sus primeras y muchas posteriores interpretaciones. Fue triste verlo terminar su carrera, ya enfermo, en films como “El nabo desnudo” o “Vivir con el demonio” (los títulos hablan por sí solos). Perkins no quería que le nombraran Psicosis, aunque antes de morir de SIDA en 1992 reconoció, tal vez irónicamente, tal vez no, “Yo soy Norman Bates”. Muchos años después de su estreno, Psicosis aún estremece, asusta y conmueve. Y hace que uno  piense más de una vez si es importante entrar a ducharse.

  

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