MUNDIAL RUSIA 2018 – Primer pincelazo

 ¡A cantar Cielito Lindo a la Puerta de Brandenburgo!

        Vivir en los Estados Unidos y el ver el Mundial de fútbol son dos cosas totalmente incompatibles. Lo son porque, aparte de que en este país el deporte rey no pinta ni juega, lo es porque la premura del tiempo y los horarios del trabajo – en la práctica – no te lo permiten, muy a contramano del flexible relajo con que se vive en países de nuestra América latina y cobriza. Pero lo que se me hace insoportablemente insufrible es el tener que bancarme mañana, tarde y noche el nacionalismo mexicano casi enfermizo en todas las áreas y por donde se le vea, como consecuencia de la ubicación demográfica colindante con la nación gringa.  

   Pues bien, debo decir entonces que mi relación con el país charro es de amores y odios. De lo primero, por su reconocida música de talla mundial en rancheras de mejor cantar en las voces de Javier Solís o Pedro Infante, sólo por citar a dos, que el tiempo apremia. Otro tanto de mi querencia con los aztecas pasa también por las grandes luminarias del cine de las que oía hablar a mis padres, como María Félix ´´La Doña´´,  Jorge Armendáriz, Sara Montiel, Luis Alonso, entre una interminable lista, para rematar con ese clásico bufón de la comedia que fue don Mario Moreno “Cantinflas”.

  En opuesto a todo ello, mi desencuentro viene con el hecho del tener que lidiar – y esto ya en carácter personal – con tantos centroamericanos y no pocos mexicanos sin el más mínimo de cultura o trato y que, estando metidos en el mismo y deplorable bolsón de la ´´raigambre lingüística´´ (toda una serie de giros idiomáticos, palabras de grueso calibre y groserías que sueltan como de uso común y corriente) pasamos entonces los venidos de sudamérica en el imaginario del estadounidense a ser todos una misma tortilla y sí, literalmente comiendo todos tortillas, burritos, tacos, tomando cerveza Corona y siendo poco menos que  pandilleros de sol a sombra.

   Vistos así los antecedentes, es que retomo el hilo inicial del asunto futbolero y me tienen entonces que el día de ayer, estando cómodamente tirado en mi poltrona y cuando saltaron al gramado mundialista alemanes y mexicanos a interpretar los himnos, se me hizo incontenible el hacer y vivar el ¡Sieg, Heil!  a brazo levantado y escuchando la melodía aria que es el himno alemán. Lo contrario se dio con la canción nacional de México, no pudiendo dejar de desearles la peor de las suertes a los pequeños hombrecillos de la “tricolor”.  

   De pronto, desde el inicio del encuentro hasta estos instantes en que termino de procesar lo que presencié, me pregunto: ¿Cuántos años le habrá tomado al DT de México, Juan Carlos Osorio, el estudiar, analizar y preparar tan formidable partido planteado a los actuales defensores campeones del mundo? Me pregunto si en mil años (y no los que proponía el Führer) el ´´Tri´´ de México podrá repetir tan histórica hazaña. Una cosa debo admitir que es imperdonable en un futbolero: el no haberme adentrado en las cartas de presentación de ese señor colombiano, Osorio, el coach de los aztecas. Tan vapuleado él por propios y extraños, y no era para menos. A saber: ser el manejador de un equipo que nunca ha tenido gran performance en los mundiales, a despecho de sus quince participaciones y que – más allá de ser bolo fijo por la CONCAFAF – llegaba a esta instancia mundialista con más dudas que certezas, cambiando, probando y replanteando esquemas de juego sin definir nada y, lo peor, con unos aprontes previos para el invite de la peor pesadilla del más nacionalista de sus hinchas.  

   Creo que el señor Osorio, debe haber leído con fruición a Sun Tzu, porque, en definitiva, lo que le propuso a la campeona del mundo, Alemania, fue una estupenda y rotunda cátedra de ´´El arte de la guerra´´ como mejor exposición de lo plasmado por México desde el inicio al fin de la contienda. ¡Diez puntos sobre diez posibles!

   México, que venía de tamaño escándalo mediático al haberse ido de putas seis de sus futbolistas en vísperas de la partida a Rusia, hizo de sus falencias y frustraciones en un abrir y cerrar de ojos como por obra y gracia de la Virgen de Guadalupe y de la Santa Muerte,  su mejor y mayor fortaleza. Le jugó de tú a tú  a Alemania como nunca antes siquiera se lo he visto a Brasil o Argentina. México le ganó a una Alemania que no jugó mal, ojo. México hizo un gol, pero pudieron ser tres o cuatro más sin exagerar y si no pudo concretarlas fue porque al frente estaba ese tremendo arquerazo que es Manuel Neuer.  

   La tricolor, como le llaman al seleccionado mexicano, desparramó personalidad, soltura, desfachatez, convicción; en suma, la conchudez monda y lironda que hay que tener cuando uno se propone ganar, aunque sea lo último que se haga en la vida. El cuadro de Osorio trianguló una y otra vez, contragolpeó e hizo lo que quiso en los pies, cabeza e inteligencia de jugadores como el ´´Chicharito´´ Hernández, Miguel Layún, el ´´chucky´´ Lozano (el autor del histórico gol del triunfo a los 35 minutos del primer tiempo), Andrés Guardado y, por sobre todo, de su guardameta el ´´Memo´´ Ochoa que, con ese físico ligerito, livianito, se agigantó y contuvo la arremetida panzer de los dirigidos por Joaquim Low, el imperturbable y cerebral DT germano.

       No sé qué le depare a México en lo que venga, tal vez no se les dé lo del famoso quinto partido o quizá van por La Quinta Montaña, parafraseando a Paulo Coelho. Lo cierto es que, por lo visto, la chapa de candidato se le ha ido cayendo a España, que la pasó de horror frente a ese hat trick de banderillas que le clavó el Portugal de Cristiano Ronaldo. Brasil y Neymar pensaron que podían ningunear a Suiza y bailar samba frente a ella, pero los ordenados y bien organizados helvéticos les robaron el empate y por poco les dejan sin nada. Argentina sigue llorando por la defección de Messi y compañía con penal errado ante la debutante, nóvel pero combativa Islandia (para muchos nada sorprendente) y un DT en Jorge Sampaoli, que sólo sabe de la pose y de la mirada perdida a tierra. La Francia del ´´principito´´ Antoine Griezmann bregó más de la cuenta  y sobre la hora, con más de un sobresalto, se hizo del triunfo sobre una aguerrida Australia que venderá muy cara su eliminación.  

   Punto aparte. Cosas que tiene el fútbol, Rusia, la anfitriona que venía con malos augurios, debuta  propinándole tremenda paliza de 5 – 0 a su similar de Arabia Saudita que, digamos, no era un rival del cual temer o dudar en vencer, pero qué va, que a cualquier anfitrión le acomoda el tiro empezar su participación en la cita mundial y más aún siendo el dueño de la casa. Que hasta a mi tío Vladimir Putin se le caía la cara de vergüenza ajena y, so riesgo de pecar en lo diplomático con su par saudí en el palco, mediando interpósita persona con el carismático de Gianni Infantino, bien que se le podía leer en la cara el ´´trágame tierra que ya no puedo darle más la mano de consuelo a este jeque y destápenme las botellas de Vodka!´´.

   De nuestra querida blanquirroja, sólo dejar constancia de la tranquilidad de haberse jugado bien, como tenía que ser, quizá algo pasados en revoluciones, ganados y llevados por esa ansiedad contenida de treinta y seis años de ausencia. Respirar hondo, poner segunda y pensar que nos jugamos dos finales (como siempre fue, dicho sea de paso, en la eliminatoria misma) contra una Francia que no es tanto y una Australia que no es poca cosa. Esperar, eso sí, que la pelota, la diosa, la veleidosa de los infortunios o aplausos, quiera entonar en ese par de compromisos vitales por venir, el romance mundialista ruso, en favor de esa inmensa marea y congregada fanaticada peruana. Quiero creer y terminar pensando una vez más como reza Paulo Coelho: ´´Aprovecha todas las oportunidades de tu vida porque, cuando pasan, tardan mucho tiempo en volver´´.  Como México, vayamos por La Quinta Montaña.