LILA DOWNS; Voz de la tierra, un viaje desde la oscuridad hacia la luz.

2018-06-10 Desactivado Por ElNidoDelCuco

 

Es muy probable que cualquier espectador que se acerque a disfrutar un concierto de Lila Downs se vea subyugado por ella, por la banda que la acompaña, por un sin fin de colores y ornamentos que hacen a la estética mixteca del espectáculo pero sobre todo advierta que está asistiendo a una especie de ceremonia ritual con un gran componente de cierta religiosidad energética en la voz de esta artista oriunda de Oaxaca, que canta y cura. 

Por Miguel Donoso

              Cuenta Ana Lila Downs Sanchez que en algún momento de su vida “perdió la voz”, problema nada menor para una cantante y que concurrió a ver a Doña Queta una curandera zapoteca de la región de Oaxaca en México, “saqué años y años de lágrimas y comencé a soltar una tristeza que tenía muy profunda… y al tiempo me curó”. Esta situación se ve reflejada en la canción “agua de rosas”, que La Downs compone en homenaje a su curadora. 

Lila nació en 1968 fruto del amor de una pareja mezcla de dos culturas muy diferentes y contrastantes, su madre una cantante indígena mixteca, Anita Sanchez, y su padre, un profesor de arte y director de cine estadounidense, Allen Downs. Su infancia se desarrolló entre Oaxaca, California y Minnesota; estudió antropología y canto, renegó en los primeros años de vida de su origen indígena por la discriminación a la que se veía sometida. Al llegar a la adolescencia pudo asimilar y admirar la cultura de sus antepasados originarios y renegar de su parte yanqui hasta lograr tiempo después una convivencia equilibrada en su ser de ambas culturas, pero enarbolando la lucha por los derechos de la mujer y la cultura originaria de la comunidad de Oaxaca, su “lugar en el mundo”

“En mis canciones trato de buscar la luz después de superar las oscuridades del camino…” dice Lila Downs. La temática de su obra aborda los conflictos sociales, la política, el legado espiritual de los pueblos originarios y las creencias históricas del México profundo. La fusión musical es el sello que identifica a su obra, un concepto innovador de la música tradicional mexicana pero respetando la esencia y aceptando las más variadas influencias del blues, el jazz, el rock, la raíz africana y muchas más, cantando en castellano, inglés o lenguas originarias como el maya, transformando clásicos mexicanos como “La Cucaracha” o “La Iguana”, en poderosos y enigmáticos viajes musicales hacia un pasado con proyección al futuro, interpretados en este presente globalizado.

Esta gran cantante mexicana de increíbles registros vocales, bautizada acertadamente como  “la mujer de las nubes” por algún crítico de música, debido a que sus antepasados de Oaxaca eran llamados “hombres de las nubes”, porque las ciudades más importantes de la región se encuentran en las cimas de las montañas, tiene mucho para dar aún y su talento artístico no tiene techo pero sí una raíz que cumple con el cometido de sacar a la luz el legado de culturas antiguas, arraigadas a la madre tierra y tan postergadas por siglos y siglos.

 

 

Dignificada (la balada de Digna Ochoa)

 

Hay en la noche un grito, y se escucha lejano. 
Cuentan al sur, es la voz del silencio. 
En este armario hay un gato encerrado,
Porque una mujer, porque una mujer, 
Defendió su derecho. 

De la montaña se escucha la voz de un rayo,
Es el relámpago claro de la verdad. 

En esta vida santa que nadie perdona nada, 
Pero si una mujer, pero si una mujer, 
Pelea por su dignidad. 

Ay, morena, morenita mía, 
No te olvidaré. 

Que me doy mi lugar porque yo soy mujer, 
Y todo lo que me pasa no me lo puedo creer, 
Tanto tú y la mentira y los cholos me ven, 
Si lo quiero o no quiero es mi gusto querer. 
De tu carne a mi carne, dame un taco de res, 
Los prefiero y los quiero al que me dé de comer, 
Ya probé el que es ajeno, es el pan que no quiero, 
Que la voluntad del cielo me mande al primero, 
Que me quiera como soy, a ese sí que no lo quiero. 
A ese sí que no quiero 
A ese sí que no quiero. 

Te seguí los pasos, niña, hasta llegar a la montaña, 
Y seguí la ruta de Dios, que las animas acompañan.